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Concluye el International Bugatti Meeting


Concluye el International Bugatti Meeting después de que 95 coches de la histórica marca franco-italiana hayan recorrido 1.230 kilómetros por Castilla y León y La Rioja durante una semana.
Un Bugatti de 1920, un americano de 90 años, un coche de más de 7 millones de dólares y dos Veyron de 1.001 CV ponen la nota de color a un evento sin precedentes en España.
Siete días después de que arrancara el International Bugatti Meeting 2011, los 200 participantes llegados de todo el mundo regresan a sus países de origen. Atrás dejan 1.230 kilómetros recorridos por las carreteras de Burgos, Palencia, Valladolid y La Rioja con sus flamantes Bugatti, en la que ha sido la primera concentración internacional de coleccionistas de la histórica marca franco-italiana en España.
Los habitantes de las zonas por las que ha transcurrido el itinerario han revivido escenas más propias de otra época, con coches fabricados hace 80 o 90 años por el genio y visionario de la automoción Ettore Bugatti. 
“La gente estaba perpleja con el paso del rally. Los peatones se encontraban de repente en las calles de su pueblo con auténticas joyas de la automoción, cuyo valor es casi incalculable, y se sentían testigos excepcionales de un evento muy singular. Lo curioso es que mientras la gente de aquí admiraba los coches, los participantes hacían lo mismo con los paisajes, la cultura, la arquitectura y, por supuesto, el cariño y buen recibimiento que han tenido por parte de los españoles, y en particular de la ciudad de Burgos, que nos ha acogido de forma extraordinaria. Hoy nos vamos a nuestras casas, pero en el aire flota la voluntad de volver próximamente”, explica Franco Majno, Presidente del Bugatti Club de Italia, organizador del evento en nuestro país.
Los Bugatti de principios de siglo XX se diseñaron con el objetivo de ser coches deportivos y exclusivos para la clase adinerada. En pocos años, se convirtieron en los dominadores de algunas de las carreras más importantes del mundo de la competición, como el Gran Premio de Mónaco.
En la actualidad, están considerados por los apasionados de los vehículos clásicos como ejemplares únicos por su belleza, por su nivel de conservación y restauración, pero también por los hitos que representaron en la historia del automovilismo.
Algunos de los Bugatti que se han podido ver estos días en las carreteras de Castilla y León y La Rioja son excepcionales. Entre los más destacados está un Type 13 de 1920, el más antiguo del encuentro, propiedad de una estadounidense. Integrado en la serie Brescia, el T13 tiene el honor de ser el primer modelo oficial de la marca. Contaba con un motor de 1.4 litros y cuatro cilindros. En total se fabricaron 435 unidades, de las que sólo cinco montaban una versión distinta del propulsor original dotada de cuatro válvulas por cilindro, toda una novedad en la época.
Casi al mismo tiempo que Ettore Bugatti construía esa unidad, nacía Jack Du Gam (de Estados Unidos), que a sus 90 años fue el participante más veterano del International Bugatti Meeting 2011. Su coche, un Type 37 de 1926, es cinco años más joven que él.
Otro de los más admirados por los coleccionistas fue el Type 43 Corsica con 8 cilindros propiedad de un mejicano que posee una de las colecciones más impresionantes del mundo, con 2.000 coches clásicos. Aseguran que no sólo recuerda todos los que tiene sino que, además, conoce la historia de cada uno de ellos. El Bugatti que trajo desde el otro lado del Atlántico está valorado en más de 7 millones de dólares. Sin duda es la unidad más cara del evento.
A su lado, los dos Bugatti Veyron presentes, que se vendieron en 2005 y 2007, respectivamente, por 1,3 millones de euros, parecen bagatelas, aunque sus 1.001 CV les convierte en los coches más potentes de la reunión, y de pasada, del mundo, con permiso del Veyron Super Sport de 1.200 CV. 
Ahora es el momento de regresar a casa. Algunos lo harán por avión, otros suben sus coches en los remolques, hay quien recurre al transporte marítimo, pero nadie más auténtico que un matrimonio escocés que cubrirá todo el camino hasta Edimburgo conduciendo su Bugatti descapotado de 1925, expuestos al frío y a la lluvia, como en los viejos tiempos.

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